Cien, cien personas de distintas partes de la Ciudad de México e incluso de la República Mexicana, una cifra que no significa nada aparentemente, no obstante, si dejamos lo cuantitativo de lado y miramos más profundo, percibiremos más de una centena de cualidades, virtudes y habilidades, que forman parte de cada individuo, aún aquellas que no son tan explícitas.
El perfil de cada persona que forma parte del Centro de Tecnología e Innovación, es una promesa de entusiasmo por el cambio. El cometido de este Centro es lograr que el talento se conjunte en un solo lugar, bajo la misma visión de que cada uno haga lo que mejor sabe hacer y lo que más le gusta, en pro de la sociedad, de su país y hasta del mundo.
Describir a este espacio, conlleva rescatar tantas definiciones como personas han pasado por este entorno, tan lleno de ideas y proyectos sumergidos en esta muy innovadora y sana forma de trabajo, aprendizaje y vida.
Y a todo esto, ¿cómo, cuándo y por qué surgió CTIN?, ¿quién vio nacer, crecer y evolucionar este ente de emprendimiento social y tecnológico? y ¿quién creyó en la juventud de este país?
Sin duda, la magnitud de tal sitio requirió sumar esfuerzos, recursos, personas y tiempo, pero indudablemente existió alguien quien empezó a confabularlo en su mente, plantearlo, modificarlo, acotarlo, incubarlo, darle un nombre y apellido, y darle impulso en sus primeros pasos.
La evolución es indispensable, no es un camino recto ni regular, es como un río que fluye según las características del suelo, lo que sí es cierto es que se da por etapas, el inicio de una, es el fin de la anterior. Es así como en el Centro y todos los CTINeros despedimos muy agradecidos a nuestro coordinador, Mario García Valdez, con quien convivimos día a día, de quien aprendimos invaluables lecciones y donde ambas partes crecimos como personas.
