Por Alexandra Serrano
Para Luis Pasteur “En el campo de la investigación, el azar no favorece más que a los espíritus preparados” y este es el caso de Alexander Fleming; un hombre que tuvo la suerte de recibir 250 libras de herencia por parte de un tío y las usó para convertirse en médico bacteriólogo.
Un día que estaba investigando bacterias una muestra se contaminó de manera accidental con un hongo, y el resultado fue que el hongo atacó las bacterias. A este hongo lo llamó penicilina y después de intensas investigaciones con un grupo de científicos, Fleming concluyó la importancia de usar este descubrimiento como un tratamiento para las enfermedades infecciosas, que hasta ese momento no tenían una cura.
La penicilina fue el primer antibiótico y el que abriría la posibilidad a estudiar y aplicar las propiedades de los hongos en la medicina, transformando para siempre la industria farmacéutica, la práctica médica. Esta nueva sustancia tuvo un un gran impacto social, ya que jugó un papel muy importante en el aumento de la esperanza de vida y el tamaño de la población.
En 1945, compartió con Florey y Chain el premio Nobel, y su descubrimiento sigue siendo una de los medicamentos más efectivos en el tratamiento y cura de enfermedades infecciosas.